domingo, 18 de enero de 2009

Primaria

Los recreos no me eran muy gratos los primeros años porque como no tenía con quien jugar, y como no conocía a nadie (y mi timidez también estorbaba para ello) me dedicaba a pasear por todo el patio. En tercer año conoci a los dos hermanos V. quienes tenían todo un grupo con el que jugaban a las escondidas, y como me veían solo, me invitaron a jugar con ellos. Ese fue el primer grupo que tuve en el colegio, y con los que sí hablaba y fui invitado a varios cumpleaños de varios compañeros del grupo de juego.

En tercer grado fue mi primera comunión. Hubo muchos días en que se nos tuvo ensayando para hacer todo bien y no equivocarnos en cuándo ir, hacia dónde y por dónde. Se nos explicó como debíamos recibir la hostia y qué decir antes de que nos la dé el padre. "No deben masticarla" nos dijeron, y yo me pregunté días de días cómo haría para pasarla sin masticarla. Hasta que llegó el gran día. Sufrí mucho escuchando el sermón (fue uno de los más largos que creí escuchar o quizá sería la ansiedad de acabar con la ceremonia), que me concentré en cada una de las estatuas de la vieja capilla (hoy desaparecida para dar paso a... nada). Juraría que alguna hasta sonrío lo cual me hizo asustar en el primer momento. Pero luego pensé que debía ser una ilusión óptica por mirarlas tanto rato. Hace no mucho leí (en el facebook creo) un comentario sobre las estatuas que sonreían en esa capilla. Terminada la misa, vino el desayuno y el intercambio de estampitas para ya por fin poder regresar a casa.

En cuanto a clases, en cuarto de primaria ya no obtuve alguno de los primeros puestos del salón, pero tampoco era malo en los estudios. Hice algunos amigos más. Recuerdo a C., un niño que se sentaba a mi lado. Era alguien tranquilo, pero era víctima de múltiples y diarios apuntes en su Libreta de Control (que debían firmar los padres) debido a que nunca hacía las tareas. Lo extraño era que las hiciera. Una vez le pregunté porqué no las hacía, si no era mucho lo que nos dejaban para hacer. Su respuesta me dio curiosidad: "me da flojera y además como en mi casa hay muchas cosas para hacer, prefiero eso a hacer las tareas". A veces se las hacía su hermano mayor, a veces vi a algún amigo común del salón hacérsela. No recuerdo si alguna vez lo ayudé con ello. Un día me invitó a almorzar a su casa, el motivo fue que era su cumpleaños y había invitado a varios amigos. No recuerdo ni en qué distrito vivía pero si recuerdo que su casa era inmensa, que tenía piscina, y que sus padres no estaban. Sólo estaban sus empleados, ya que los papás trabajaban todo el día. Tenía muchas comodidades en casa, con lo que entendí a que se refería cuando me decía que prefería hacer otras cosas a perder tiempo con las tareas. Me preguntaba a mí mismo si estando en su lugar, me pasaría a mi lo mismo.

Estando en cuarto grado también me tocó ser uno de los que cargaran el anda de la Virgen María. En el local de San Isidro teníamos sólo los primeros 4 años de colegio. Y al ser los mayores, entonces nos correspondía ese transporte que era algo de suma importancia para los Maristas. El problema para mí fue que pese a ser ya de los "más grandes" yo no tenía el físico de alguien de mi edad. Siempre aparenté menos años y cuando llevamos el anda, yo era el más pequeño por lo cual debía hacer un esfuerzo mayor para evitar que la virgen se inclinara hacia mi lado. Podría decir que fue la primera vez que sentí el "peso de la religión". Cada vez que sentía un hincón en el hombro el anda se inclinaba y ante el pánico de terminar haciendo que se cayera, hacía más fuerza, con el resultado de un dolor de hombro que demoró cerca de dos semanas en aliviarse. Cuando acabamos el año tocaba pasar al local de Miraflores en el cual tendríamos aún más oportunidad de reafirmar nuestra fe. Pero a pesar de la importancia de la religión, de Jesús y de la Virgen María en todos los años escolares, algo había que no llegaba a entender o que quizá entendía muy bien, y por ello la religión no cobraba tanta importancia en mi vida, al menos no aún.

2 comentarios:

  1. Hola! yo hice la Primera Comunion DOS VECES! La primera vez en la iglesia de por la casa, cuando estaba en segundo grado. Al año siguiente todas las chicas de mi salon del cole iban a prepararse para la Primera Comunion y las monjas no quisieron excluirme del grupo asi que me volvieron a preparar y participe nuevamente en la ceremonia.

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