viernes, 16 de diciembre de 2011

Hobbies Extraños

En realidad no es que sean extraños. Sé de personas que comparten algunas de mis aficiones, pero he comprobado que a muchos les parecen raros. Quizá es que hoy es más factible hacerse fan de los juegos de computadora, pero mis hobbies los tengo desde niño y podría decir que me han ayudado a relajarme y a pensar cómo solucionar problemas a lo largo de mi vida:

Los rompecabezas: no recuerdo mucho los que tuve de muy pequeño, con las justas recuerdo unos pequeños cubos de madera con dibujos que calzaban entre sí si los colocaba en la posición correcta. No recuerdo de qué eran los dibujos, el que si tengo grabado en la memoria es uno de los muppets: el Oso Figaredo aparece al volante de un auto que se asemeja al antiguo auto verde de mi padre.
Y uno de la guerra de las galaxias donde aparece Jabba the Hut en sus aposentos. Nunca me cansaba de armarlos, desarmarlos y armarlos otra vez. Pocos años después me regalaron dos rompecabezas más grandes: de 500 piezas. Uno de indios y otro de vaqueros. Creo que completarlos no me duró más de 3 o 4 días. Pronto llegaría el primer puzzle de mil piezas, todo un reto, cumplido en menos de una semana. Y cuando comencé a trabajar, empecé a comprármelos a mi propia elección de tanto en tanto. Lo que nunca logré o porque eran muy caros o porque no los encontré nunca fueron los de 2,000 o 2,500 piezas. Es un reto que tengo aún pendiente.

Los geniogramas: venían siempre con el diario "El Comercio" los martes, jueves y sábado pero nunca me habían llamado mucho la atención porque me parecían bastante difíciles. Claro que mi primer acercamiento con ellos fue a los 6 o 7 años. Mi cultura general aún era bastante limitada, aparte que para entonces aún no había encontrado los libros de mi primera biblioteca (ver entrada al respecto). El accidente que tuve con una bicicleta a eso de los 13 o 14 años aproximadamente me dejó una cicatriz en el pliegue de la rodilla (hasta hoy se ve) y en cama por casi tres semanas, hasta que cierren los 8 puntos de sutura. El aburrimiento por no poder salir a hacer deporte me obligó a buscar un pasatiempo nuevo. Así fue como redescubrí los geniogramas. Empecé a buscar periódicos guardados donde hubiera alguno sin resolver.
Me armé de un diccionario enciclopédico antiguo, de un atlas y de la enciclopedia "El Tesoro de la Juventud". De esta forma, era difícil que dejara algún crucigrama sin mella. A veces me faltaron dos o tres letras que mamá o papá (expertos en estos artes) me ayudan a resolver. Con el tiempo y con una enciclopedia nueva y con la ayuda esporádica de internet los pude superar. Lo único malo es que nunca he ganado nada con los concursos de los geniogramas durante todos estos años, pero siempre le agradeceré a Mario Lara (que en paz descanse el hacedor de geniogramas) por motivarme a aumentar mi cultura general desde pequeño.

Caminar sin rumbo: esto no lo inicié desde tan pequeño sino ya algo mayor, pero es una afición que me llevaría con los años a aficionarme a los campamentos y/o viajes. Empezó en el club "El Bosque" de chosica donde caminaba por los cerros viendo hasta donde podía llegar. Claro que mi límite era el muro perimétrico del club así como los carteles que decían que ya no siguiera por la ruta que había decidido. Cuando ya más grande y que nos habíamos mudado por Miraflores a la espalda del "Rancho" empecé con las primeras depresiones (las razones no vienen al caso ahora).
Mi relajo era poder caminar por las calles aledañas que me llevaban a ninguna parte... por ese lado la mayoría de parques se parecen y casi todas tenían una virgen en el centro. Aún cuando ya tuve mi primera bicicleta 100% propia continuaba perdiéndome por estas calles a pesar de mi buena memoria para ubicarme. Ya viviendo en Jesús María salía a veces a caminar, desde arenales hasta por el golf o al parque de los olivos en San Isidro. Siempre dejé que mis piernas me llevaran donde quisieran, para luego regresar en bus a casa, ya más tranquilo, ya más relajado.

Todo ello me ayudó, y me ayuda, a pensar. A reflexionar sobre muchas cosas, a volver atrás mis pasos y ver qué cosas mejorar en general. Son placeres solitarios que en realidad son más agradables de realizar estando acompañado. ¿Alguien se anima?