sábado, 23 de octubre de 2010

Tenis de Mesa (aprendiendo más)

Después de haber superado con creces el año en que se me prohibió entrenar tenis de mesa debido a mis bajas notas en el colegio, se me hizo costumbre quedarme dos horas después de las clases tratando de mejorar mi técnica. No era fácil pues las condiciones que teníamos no eran muy buenas en ese entonces. Yo no lo sabía, pero el entrenar en mesas verdes que más parecían pizarras sobre dos taburetes no nos aseguraba el tener una muy buena performance. Y en ese tiempo no existía el sistema "multibolas", al menos en mi colegio. Lo más similar que hacíamos era que nos rebote la bola el profesor o alguno de los miembros mayores del equipo.

Cuando llegué a quinto de media, tuve un nuevo entrenador (mi hermano fue contratado por otro colegio Marista). No sentí mucho la diferencia de estilos, pero lo que sí era notorio era que del último año de secundaria yo era el único seleccionado de mi deporte. Todo el resto eran de un año anterior, es decir, de cuarto de secundaria y un año menores que yo. Parecía que teníamos un buen equipo, se suponía que dos de ellos y yo eramos titulares fijos en el equipo que competiría en Adecore. El cuarto jugaba un poco menos que nosotros pero entrenaba con el mismo afán que el resto. Recuerdo que entrenábamos en una especie de gimnasio pequeño con un techo que parecía de paja y que cuando tocaban el timbre del recreo muchos salían del salón corriendo con su raqueta en la mano para ser el primero en ocupar una mesa (sólo habían cinco). Nunca faltó quien decidiera cerrar la puerta de metal con seguro por dentro para esperar que lleguen sus amigos sin hacer caso a los golpes y puñetazos que le daban los otros alumnos que también querían entrar a jugar hasta que llegara el coordinador de deportes a poner orden.



De lo que era mi equipo de Adecore estaba G.F. al que llamaban el "sorrero". Un "sorry" le llamaban (aún) a quien hacía que la pelotita choque en el borde de la mesa saliendo disparada lo que hacía casi imposible responderla, o en todo caso, pasaba la bola chocando en la parte superior de la ned, lo que podia aguantar la velocidad de esta o cambiarle de improviso la trayectoria. Ambas cosas eran super difíciles de responder y si uno las hacía seguido... se convertía en alguien odioso para tener como rival y G.F. era un especialista en ello al punto que el tercero del equipo que era bastante fortachón siempre terminaba persiguiéndolo alrededor de la mesa para pegarle por... "sorrero". (Extrañamente con los años, de alguna forma heredé esa habilidad tanto que ahora algunos dicen que es insoportable jugar contra mí, aunque siempre he sido superado en ello por mi hermano).

Como no sabía mucho de técnica y usaba una raqueta muy común, mi juego se le hacía complicado a algunos que jugaban con mucho efecto o con bastante nivel. Quizá podía haberlo aprovechado si en ese tiempo lo hubiera sabido. El partido que más llamó la atención de algunos entrenadores fue uno que jugué contra W.A. quien en ese tiempo usaba un jebe (o goma) de cocos (puntos o pimples se les llama también según el país) en el revés. El era uno de los primeros de su categoría en el Perú, no sé si en ese tiempo ya había sido campeón sudamericano, pero con el tiempo tuvo muchos títulos más, lo cual me enteré después de terminar de jugar con él. Lo cierto, es que me ganó dos a cero, pero los parciales fueron 21-19 y 21-19. Cuando terminó el partido y me dirigía a donde estaba el resto de mi equipo noté que casi todos me miraban y no sabía porqué. Fue mi hermano quien me explicó que no todos los días un total desconocido le complicaba la vida a semejante jugador que estaba acostumbrado a hacer puntos con el revés de cocos. Al no tener idea yo de la diferencia (sin técnica jugaba con golpes y muy poco efecto) entre un jebe normal y los cocos, jugué sin problema pero era una de las pocas veces que W.A. miraba a su entrenador como preguntando por qué yo podía pasarla la bola tan fácilmente. Estando 19 - 19 en ambos sets me hizo dos saques que nunca pude responder (asumo que con efecto lateral). A pesar de perder ese partido ganamos el encuentro, ya que mis otros dos compañeros ganaron sus partidos y pudimos clasificar a la final de 6 equipos de ADECORE donde se jugaba todos contra todos. Sin embargo esa es otra larga historia...