jueves, 16 de julio de 2009

Mi Debut en el Teatro

Mil disculpas a las personas que me preguntaban cuándo volvería a escribir. Estaba en exámenes finales y con bastantes actividades paralelas que no me dejaban tiempo de dedicarme a hacerlo nuevamente. Hoy, estando ya en pseudo vacaciones puedo volver a perpetrar una entrada más del blog. Por el título, a quienes me conocen les podrá sonar extraño que yo haya estado en una obra teatral alguna vez, teniendo en cuenta que mi voz no es alta, que sufrí durante años pánico escénico (aún me cuesta dar exámenes orales) y que aún mantengo cierta timidez. Sin embargo, sí estuve alguna vez en una de ellas.

No recuerdo si fue en sexto grado o primero de secundaria. Por la única foto que tengo de recuerdo y en la cual casi no se me ve, parece ser que fue en primaria, dada la talla de los participantes. Fuimos seleccionados los que mejor nos portábamos del salón, en mi caso mi nota de conducta solía variar entre 18 y 20. Y era porque nunca me portaba mal, claro que si ni siquiera hablaba era difícil que lo hiciera. Sin embargo, fui incluido dentro de los que deberían ensayar para un número que figuraría como parte de aquel programa teatral previsto para alguna celebración obligatoria del calendario escolar. Nos sacaron del salón en lugar de asistir a alguna clase y nos llevaron al teatrín del colegio. La primera y única prueba que mejor recuerdo fue la del para mi fatídico bambú:

Nos pusieron uno al lado de otro y el primero de la izquierda debía decir la palabra "bambú" de manera normal, el siguiente debía repetirla con un poco más de volumen y así sucesivamente. Yo estaba a un poco más de la mitad, lo que significaba que para cuando me tocara pronunciar la bendita palabra, debía ser muy alto, casi como un gran grito. Me preparé para gritar ya que intuía que mi voz no era tan alta como yo creía hasta hace no mucho. No sé como describir la secuencia de volúmenes de voz hasta que llegó mi turno así que trataré de graficarla: comenzó con un "bambú", para seguir con "bambú" , "bambú", "bambú", "bambú", y un inocente "bambú" donde obviamente se cortó debido a la carcajada general que originó en mis compañeros el que rebajara el volumen a su mínima expresión. El profesor creyó que había hecho una broma y sonrió, pero su sonrisa tornó hacia una expresión de tristeza cuando se dio cuenta de que yo no sonreía sino que trataba de saber qué había sucedido. Luego me trató de hacer que dijera la ya odiada palabra lo más fuerte posible, logrando un "bambú" de mi parte, que fue lo más alto que pude.

Ya veía frustrada el comienzo de mi carrera teatral, cuando el profesor encargado encontró una solución. Como parte de la obra habían tres personas que debían hacer una especie de coro al fondo del escenario, en realidad eran como ángeles con un papel secundario, razón por la cual no importaría que mi voz no se escuche. A parte que los otros dos compañeros sí tenían cuerdas vocales... Era la única forma de mantenerme en el equipo así que no había más que se pueda hacer. Así que hubieron varios ensayos anteriores al gran día, donde lo más importante era que memorizara el recorrido que se haría, ya que eran dos filas que harían una especie de dos grandes círculos para salir por un costado del escenario. Mi voz... no importaba. Así que llegó la fecha tan esperada por todos con una sola excepción que está de más mencionar. Aún recuerdo los focos que me cegaban y evitaban que pueda ver al público asistente. Creo que fue una suerte porque podría haberme paralizado de nervios, así que caminé como debía, hablé lo más fuerte que pude en la parte que le tocaba mencionar a los ángeles, hasta que salimos del escenario y fuimos felicitados por la "buena" actuación. En realidad, todos los números salieron bien ese día.

Nunca más volví a pisar el escenario de un teatro. No tuve ni las ganas ni la oportunidad así no la quisiera. Con el tiempo me enseñaron a darme cuenta del verdadero volumen de mi voz. No sabía hacerla salir desde el estómago, así se me indicó que saldría más alta, ya que yo sólo hacía el esfuerzo desde la garganta, O serían las cuerdas vocales?. Lo cierto es que hoy en día, cuando estoy molesto, tengo que exponer o quiero hablar muy fuerte, mi voz puede llegar a ser bastante alta. La timidez ha cedido mucho y siempre me quedaron las ganas de revancha con el teatro. Teniendo varios amigos actores, cuando tenga más tiempo alguna vez me animaré a entrar a algún taller de actuación y me cercioraré si mi "carrera teatral" debe seguir enterrada y si quizá algún futuro podría haber tenido.

P.D.: la promoción saliente del colegio donde trabajo nos dejó una frase muy bonita que es precisa para muchas situaciones (sobre todo a la actual mía): "No llores porque terminó, sonríe porque sucedió."